Los Devas, forman parte de los reinos de la Naturaleza, aunque sus cuerpos etéricos no sean visibles para la persona común. Generalmente no se tienen en cuenta cuando pensamos o hablamos sobre los reinos que están estrechamente unidos a la evolución del todo manifestado.
Si seguimos aplicando la analogía y recordamos que nuestro universo es septenario, es lógico suponer que en nuestro planeta existen siete reinos de la naturaleza y uno de ellos es el Elemental, anterior al mineral.
Empezando por el reino superior:
1º Shamballa, es el Reino de Dios, considerado la Morada del Señor del Mundo.
2º La Jerarquía, el Reino de las Almas liberadas.
3º El reino humano.
4º El reino animal
5º El reino vegetal
6º El reino mineral
7º El reino elemental - relacionado con el 7º rayo y la construcción de formas etéricas planetaria.
El pasado día dijimos que existían tres grupos de devas etéricos y nos centramos en el primero, el que constituye el prana solar.
Y el segundo grupo que pertenece a otra jerarquía angélica dedicada a canalizar las energías solares que llegan al planeta y mezclarlas con el cuerpo etérico planetario.
Sabemos que el doble etérico contiene los siete chacras principales que vibran según los estados de consciencia adquiridos por cada entidad logoica o humana.
La exteriorización densa de los chacras principales dentro del cuerpo del Logos planetario son los siete reinos de la Naturaleza y para construirlos se han unido dos jerarquías angélicas de muy distinta categoría espiritual que están en perpetuo contacto.
Todas las formas creadas en nuestro planeta están formadas por dos tipos de devas, solares y lunares, vibrando a distintas frecuencias vibratorias,(son espíritu y materia). Al principio de la evolución predominan los devas elementales, pero al paso de muchísimas encarnaciones los devas solares van tomando posesión de las formas, desalojando progresivamente al aspecto materia o elemental. La energía es la vestidura que utilizan los devas en su manifestación evolutiva, no pudiendo detener jamás su constante movimiento, pues su misión consiste en dar forma a cualquier vibración que reverbere en el espacio. Mientra exista Vida esteremos en constante movimiento, resistirse a los cambios y transformaciones es querer ir contra corriente, produciéndose gran fricción y graves consecuencias de todo orden, mundial e individual. Tendríamos que reflexionar profundamente en este hecho si queremos evitar el conflicto, porque los cambios biológicos y psicológicos son cíclicos e inevitables, repercutiendo siempre en el plano físico, creando profundas transformaciones evolutivas.
Lo importante es saber adaptamos para contribuir a los cambios de la nueva era que está naciendo y llevar a cabo con éxito el Plan, la evolución planetaria, en todas sus manifestaciones. Si nos aferramos a lo conocido inevitablemente nos precipitamos a la autodestrucción.
La mayoría de entidades dévicas que forman el chacra Plexo solar del cuerpo etérico humano, en su gran mayoría, todavía responden al 6º rayo de la era de Piscis, de ahí la gran fricción que existe actualmente entre dos grupos de entidades. Sus energías están enfrentadas con la nueva vibración entrante del 7º rayo de Acuario la cual ha de dar forma a la nueva civilización y nuevas maneras de entender la vida. La vibración y frecuencia acelerada de las energías del 7º rayo están afectando en gran manera a los nadis del sistema, y en particular al sistema nervioso de todos los seres que vivimos y evolucionamos en nuestro planeta. Los nadis están hechos de fuego, cuya intensidad se acrecentará a medida que transcurra el tiempo
La causa del conflicto y la solución de los problemas no la hallaremos en lo que ocurre externamente sino en la propia consciencia, la cual está plenamente registrada en los chacras del cuerpo etérico planetario o humano, siendo también cada uno de ellos, una entidad dévica formada por el entrecruzamiento de muchísimos hilos de Fuego Eléctrico que son los nadis, los cuales vitalizan y transmiten los estados de consciencia de la entidad humana por medio de las glándulas endocrinas, cuyas hormonas son vertidas a la sangre circulando a través de ella, e impregnando todo el organismo, (positiva o negativamente) depende de cada estado de consciencia, siendo particularmente afectado el órgano físico que rige y a su entorno inmediato según su intensidad y radiación.
Lo que nos ocurra externamente son tan sólo los efectos de los estados de consciencia internos.
Estas dos energías dévicas referentes a las eras entrante y saliente, especialmente la del 7º rayo de Acuario es de alto voltaje. Actualmente están en conflicto entre ellas al ser substituidos los éteres piscianos por elementos moleculares de más alta frecuencia vibratoria de Acuario; aceleran el tiempo y expanden el círculo no-se-pasa de nuestro Logos planetario. Estamos entrando en una era donde tiempo y espacio se están acortando; el motivo es que estamos en los inicios de un proceso de “sintetización”.
A pesar del conflicto mundial, siempre previo a las pruebas iniciáticas, es evidente que, aunque aparentemente estamos inmersos en la oscuridad, la evolución planetaria está avanzando.
De la doble fusión de las energías solares con las planetarias, surge el éter con el que se construyen las formas de todos los reinos de la naturaleza. Es de suponer que existen distintas gradaciones de energías y por lo tanto de devas constructores, adecuados a cada estado de consciencia según el reino y la especie.
Los elementales que construyen el cuerpo etérico humano son los más evolucionados dentro de su propio reino y para poder construirlo tendrán que estar conectados de alguna forma indirecta con los Señores del Karma y también con el Ángel solar del ser humano que les facilitará la información contenida en los átomos permanentes de los cuerpos o formas de cada individuo, con el fin de que tengan el modelo, la vibración y la cualidad que adquirió en el pasado la entidad humana que ha de encarnar en ellos, cuando los devas constructores del cuerpo físico denso tengan que construirlo.
El trabajo de los devas constructores no consiste tan sólo en dar forma a los cuerpos de un alma que ha de reencarnar, sino a la regeneración celular constante y al cuidado del buen funcionamiento de los órganos, pero recordando que siempre somos los seres humanos los que les proporcionamos el material que utilizan para construir con nuestros estados de consciencia. Así que si tenemos buena o mala salud no podemos atribuirlo a los devas sino a nosotros mismos. Por otra parte, cuando el ser humano llega a la madurez,el proceso de construcción y reconstrucción que siguen los devas, se invierte y en vez de seguir construyendo empiezan un proceso de destrucción, lo que para nosotros significa el envejecimiento. No es en realidad que nos destruyan sino que dejan de reconstruir los vehículos…
Marta Parramon Elies
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