Todas las formas existentes que podemos ver o percibir con nuestros sentidos físicos son símbolos que ocultan realidades internas.
Cada forma creada es el vehículo "el vestido" de la entidad angélica que la ha construido y que lo utiliza para poder relacionarse con su entorno, llevar a cabo el propósito oculto de su especie particular y evolucionar conjuntamente con los demás reinos de la Naturaleza con los cuales está estrechamente vinculado.
La forma de un universo, de una galaxia, de un sistema solar, de un planeta, así como cada uno de los individuos dentro de cada reino o de cada especie, como puede ser la hoja de un árbol, una gota de agua, una mariposa, un pájaro, una persona, un átomo químico, son la apariencia de entidades dévicas
de
distintos
estados
evolutivos y diferentes propósitos para los que han
estado
creados,
habiéndose
revestido de formas más o menos sutiles según
cual sea el lugar que ocupan en el Plan del Creador.
Generalmente
cuando miramos
las cosas no las observamos, entonces
tan solo vemos
la superficie, lo
aparente. Nos lo
miramos de forma distante sin
preguntamos qué causa oculta hay en el hecho de que todos los reinos
de la Naturaleza evolucionen y tiendan a la belleza y la
perfección.
Lo
que permite que una forma se desarrolle más o menos rápido y llegue
a perfeccionarse al máximo se debe a que su alma ha
podido
transmitirle
la vida, confiriéndole además,
una
cualidad
propia que se manifiesta visiblemente en su apariencia.
Saber
observar las formas, ser plenamente conscientes de que solo son
símbolos y tratar de penetrar en su interior desarrolla la
intuición, nos acerca a las Causas y
a
la conciencia egoica donde el Ángel Solar está expectante esperando
poder
descorrer
los
velos
de materia que nos mantienen en la ignorancia de nuestros
orígenes divinos.
Si
estamos interesados en descubrir
lo que para nosotros todavía son misterios ocultos
en
cada uno de los reinos
y la vida que si mueve evoluciona por
medio de ellos,
tendremos que aprender a simplificar nuestra mente, tan acostumbrada
como
está a
acumular conocimientos, porque una
mente puramente intelectual complica
y niega la sencillez que
conduce a la
realidad lisa
y llana.
Si nos podemos desprender de este condicionamiento, nuestra forma de
ver y comprender la vida será mucho
más
auténtica
y real.
En
cuanto observamos un árbol, un pájaro, una gota de agua, una
piedra, una mariposa, una hoja que cae del árbol, una hormiga y todo
lo que nos podemos encontrar a nuestro paso, deberíamos saber que en
su interior evoluciona
una la entidad dévica. Incluso,
la apariencia o cuerpo humano es el equipo que utiliza el Ángel
solar del cual somos una emanación. Es
por su medio que la forma puede vivir y seguir su curso
evolutivo.
El
cuerpo físico es el más comprimido de los cuerpos que posee toda
entidad. Pero el deva que hay detrás de la forma, aquel que la ha
construido es de una sutileza totalmente etérea. Cada entidad ha
alcanzado su propio nivel evolutivo y cuanto más evolucionada es,
más dilatada será
su
aura y más puros
sus colores. El deva construye a su
imagen y semejanza
tal
como lo hace el Creador de nuestro Universo.
Podemos
imaginar cómo es la forma etérea del deva que ha construido una
amatista, una flor, un pájaro o un ser humano? Porque si somos
hechos a imagen y semejanza cada forma física debe ser parecido al
deva que lo ha construido.
El
día que nos iniciamos en el mundo de las causas
y
penetremos conscientemente en los mundos ocultos,
cada
forma que observemos
tendrá un nuevo significado para nosotros. Uno de los requisitos
necesarios para poder ver los devas es la pureza de intención,
demostrar
la total inofensividad cuando amemos más a los demás que a nosotros
mismos;
la observación profunda
de todo cuanto nos envuelve y
la capacidad de utilizar el
discernimiento y
la imaginación creadora.
La
humanidad estamos desarrollando la mente psicológica que nos adentra
más allá de lo
aparente. Esta capacidad de
profundizar en la consciencia nos
acerca a las causas
y quizás en un tiempo no muy lejano seremos
conscientes de la presencia dévica. Ya
sabéis que no es lo mismo entrar en contacto con los elementales que
en sí son materia, que con devas de superior evolución. Si son
Devas cuya misión está relacionada con el servicio, es posible que
empecemos
a
colaborar conscientemente con ellos en la gran Obra Mágica de crear
formas. Entonces para
nosotros, el
mundo de las apariencias quedará relegado al pasado, porqué
habremos trascendido los efectos donde evolucionan las formas
elementales. Viviremos
en el mundo de las Causas, unas causas que nos conducirán a otras
realidades que
nos elevarán más
allá del
plano
del Alma.
Marta
Parramon Elies
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