miércoles, 7 de marzo de 2012

Vida y Energia términos sinónimos e intercambiables.!



 Todo cuanto vive y evoluciona es Energía, desde la más diminuta partícula atómica hasta un universo con su contenido de galaxias, estrellas y sistemas solares.

¿Alguna vez nos hemos preguntado que significa la Vida? ¿La podemos identificar con el ser al que le damos el nombre de Dios? ¿Cómo podemos conocer y comprender esta Vida sabiendo que es Energía?
La Ciencia materialista se interesa únicamente en aquello que puede demostrar; sin embargo, desde hace algún tiempo están experimentando con fuerzas invisibles al ojo humano, esto indica que se están adentrando en zonas ocultas en que el ojo físico no puede ver ni aun con sus sofisticados instrumentos de laboratorio.
Desde que se produjo la liberación de la energía atómica, la ciencia está penetrado en zonas donde hasta el momento no le era permitido acceder, descubriendo los secretos de la materia y desvelando sus misterios. Sin embargo, todavía no reconoce la realidad de la Vida que existe en los mundos invisibles ni sus causas más profundas y en este rechazo erigen un muro que no les permite ejercer su control.
Pero llegará un día en que podrán demostrarlo porque sabrán como acceder a otros planos de existencia, entonces podrán dar a conocer al mundo que después de la muerte la vida del ser humano tiene una continuidad en otras dimensiones del espacio. La muerte no existe tal como la entendemos, pues el verdadero ser humano que somos, no muere, únicamente se despoja de unos vestidos de carne y hueso que ya no están de acorde a su medida. La humanidad perderá el miedo a la muerte y se hará realidad la existencia del Alma, aunque entonces las creencias religiosas serán comprendidas desde otra perspectiva porque incorporarán el aspecto científico y a la vez la ciencia podrá ampliar enormemente la investigación que quedó incompleta. Entonces se producirá una gran revolución en las consciencias de la humanidad.

Al hacernos preguntas sobre el origen de la Vida, quizás sea muy osado el querer saber y aún más, conocer Su procedencia, pues ello para el ser humano es prácticamente imposible.
Sin embargo, existe un sistema de acercamiento que nos puede dar una ligera comprensión si somos atentos observadores, si sabemos ver las analogías entre lo mayor y lo menor, entre el macro y el microcosmos, aunque al principio únicamente nos dé respuestas externas.
De nuevo nos preguntamos ¿Cómo podemos, al menos, intuir la presencia de esta Vida? Los artistas y místicos de todas las épocas siempre han reconocido a Dios en la Naturaleza.
Cuando la Ciencia y la Religión se reconcilien o complementen, surgirá en las mentes y los corazones de la humanidad una nueva concepción de la Realidad.
La ciencia ha dado al mundo muchísima información sobre el macro y el microcosmos, aunque incompleta y esta información para quienes son intuitivos y saben aplicar la Ley hermética de la analogía puede darles muchas respuestas a preguntas que quedaron en el aire.
La analogía seguramente no será exacta, pues hay que tener en cuenta la magnitud y las distancias evolutivas que existen entre lo mayor y lo menor y entre cada entidad según sus estados de consciencia. Sin embargo, todo el universo se rige por unas mismas leyes divinas.
La Sabiduría Antigua afirma que: "Igual es arriba que abajo e igual es abajo que arriba" Cuando hayamos desarrollado la capacidad intuitiva encontraremos el hilo de conexión que existe entre lo divino y lo humano.
Somos una pequeña parte de esta Vida mayor que lo compenetra todo y en la observación del mundo que nos rodea podemos llegar a identificarnos con el resto de la creación. Lo de afuera está dentro y lo de dentro está fuera. Es así como podemos llegar a la comprensión de que las separaciones tan solo existen en las mentes del ser humano. La Vida es Una y nosotros formamos parte de ella.
En la observación de una galaxia, de un sistema solar, de un ser humano, o de un átomo... en todo cuanto vive y evoluciona existe un núcleo central de energía, una intensa radiación que es la causa del movimiento que permite la vida y su desarrollo y se expande abarcando todo hasta sus límites, vivificando a las entidades que constituyen sus cuerpos.
En general únicamente vemos lo externo, lo más material de la entidad de la cual somos una pequeña célula, como es el caso de nuestro sistema solar. El Logos solar infunde Vida, Calor y Movimiento a todo Su cuerpo desde el centro mismo de Su Corazón.
Cuando la atención de la Entidad que anima las formas se retira, los cuerpos se disgregan.
La materia vuelve al depósito universal de energía y la Vida se mantiene intacta y eternamente presente.
Los ciclos de actividad y descanso, de extroversión e introversión se van sucediendo rítmicamente.
Al retirarse ya no existe radiación vivificadora ni la fuerza de atracción o magnetismo que mantenía los átomos del cuerpo vibrando a lo unísono formando un solo organismo.
El espíritu y la materia son dos extremos de una misma cuestión, manifestándose, por una parte, en lo más denso y por el otro extremo en lo más sutil, aunque estrechamente compenetrados mientras están en manifestación.
Nada muere, todo está en proceso de constante transformación.
La radiación central, esta intensísima luz que nos alimenta en todos los sentidos, nos indica la presencia de la Vida. Lo podemos interpretar dándole otros nombres y cada cual lo verá desde su propia perspectiva. Quizás algunos verán en esa luz que van percibiendo en su interior la presencia de Dios, otros la llamaran Energía, Logos, Espíritu o Vida, el nombre no importa, porque en esencia es lo mismo.

Cualquier ser viviente lleva dentro de sí esta luz y si estamos muy atentos la podemos percibir, no porque hayamos despertado la clarividencia superior, sino porque al descubrir la propia luz en nuestro interior la reconoceremos en los demás.
Agni Yoga, el Yoga de Síntesis, vive en el mismo centro del corazón, es ahí donde encontraremos el equilibrio entre la razón y el amor al fusionarse los pares de opuestos, entonces sabremos lo que significa esta Unidad esencial a la que le damos el nombre de Vida.

Marta Parramon Elies

La Teosofía en la Nueva Era !