Conferencia a cargo de Marta Parramon en la Asociación de Amigos de la India de Barcelona, Catalunya (España) 1988
La evolución de la conciencia es un hecho dentro de todos los reinos de la Naturaleza. Sin embargo, y en general la creencia
es de que la consciencia únicamente la desarrolla el reino humano, aunque no es así, puesto que la Consciencia es Universal.
Al adentrarnos en la evolución humana, vemos que ya sea por propia experiencia o por el conocimiento adquirido, llegamos a un punto en que empezamos a hacernos preguntas fuera de lo normal. Al principio nos vendrán a la mente de manera esporádica y las dejaremos pasar y sin indagar sobre su significado. Sin embargo, estas preguntas no han caído en saco roto. Han quedado grabadas en nuestro inconsciente, al igual que una semilla enterrada en la tierra. No se ve, está cubierta por el manto de la tierra (la materia), sin embargo, está ahí adormecida, pero llena de vida, esperando ser despertada cuando las condiciones de la propia consciencia sean las adecuadas para empezar a crecer en sentido vertical en busca de la luz y desarrollarse en toda su belleza.
¿Qué ocurre cuando nos hacemos una pregunta trascendente y tan significativa como es esta;?. ¿Quién soy yo en realidad?.
Si yo no soy mis cuerpos, entonces. ¿Quién soy?. A partir de aquí se precipitan en nuestra aura mental energías dévicas dispuestas a construir las formas de pensamiento superiores que les estamos proporcionando y con las cuales el Ángel Solar construirá el Cuerpo Causal.
Todas las respuestas a esta clase de preguntas tan trascendentes siempre provienen de nuestro interior, del Alma que está todavía prisionera en la forma, pero que sin embargo, estamos empezando a liberarla/nos, y una vez hayamos dado el primer paso nos sentiremos impulsados cada vez de forma más acuciante a la búsqueda del conocimiento oculto esperando recibir respuestas a las interminables preguntas que van surgiendo.
El conocimiento en principio será puramente intelectual, quedando como memoria de lo aprendido. Sin embargo, a medida que lo vayamos asimilando, impregnará nuestra consciencia de tal forma que ya no se tratará únicamente de lo concreto, sino que en nuestro ser algo estará cambiando, porque la comprensión de dichos conocimientos y el despertar que han producido en nuestro interior aflorarán a la superficie, cambiando la percepción de lo que significa realmente la espiritualidad.
A partir de aquí, nuestra forma de ser y relacionarnos cambiará aun sin darnos cuenta al principio, porque estaremos aprendiendo a expresarnos y a actuar como la verdadera Alma encarnada en una forma que somos en nuestra más profunda esencia.
Para el alma humana, reconocerse a sí misma como Alma divina en encarnación, significa ser plenamente consciente del propósito por el cual ha encarnado y que consiste en redimir la materia manifestando su consciencia grupal.
A esta investigación y largo caminar en que la búsqueda es incansable la denominamos,."Sendero" al final del cual habremos sintetizado todas las respuestas en Una, la que nos revelará, no únicamente que somos almas en encarnación, sino que provenimos de un Principio Divino Monádico y que al llegar a esta etapa estamos en vísperas de retornar al Hogar del Padre, nuestro Verdadero Hogar, después de un larguísimo peregrinaje por este mundo.
Pero antes de llegar a la meta propuesta tendremos que dar los pasos preliminares para poder ser plenamente conscientes de la importancia que tienen para nuestra evolución las fuerzas elementales, que en sí, constituyen la materia de nuestros cuerpos. Ellos forman parte de nuestra existencia mientras evolucionamos dentro del reino humano y nuestra misión consiste en redimirlos, elevarlos a niveles superiores dentro de su jerarquía elemental- dévica.
Sin embargo, una vez integrada la materia que constituye nuestra personalidad, hay que ir más allá, si lo que queremos es contribuir a llevar adelante el Plan que Los Maestros Conocen y Sirven.
El primer paso consiste en el olvido de nosotros mismos, lo cual implica un cambio radical en nuestros valores. Pero para ello debemos conocernos muy bien y sin temor a equivocarnos ser muy objetivos y honestos en nuestras valoraciones. Darnos cuenta de que nuestra forma de ser y de entender la vida viene condicionada por infinidad de generaciones, de las cuales hemos heredado una serie de prejuicios sociales, educativos, religiosos, costumbres y tradiciones de toda índole que nos impiden ser nosotros mismos. En primer lugar, es necesario que nos conozcamos y nos aceptemos tal como somos, esta es la única manera de poder cambiar, si es que estamos dispuestos a hacerlo.
Una de las maneras más eficaces de conocernos consiste en hacer un recuento de los valores que cultivamos en nuestra vida, ya que estos son un reflejo de la propia conciencia, revelándonos aquello a lo que estamos más apegados y que condiciona nuestras vidas. Sea positivo o negativo.
¿Qué ocurre cuando nos apegamos a las creencias religiosas, filosóficas, educativas, políticas, al dinero o a las personas.? .. Ocurre que estamos deteniendo nuestro proceso evolutivo.
Toda la creación está en movimiento y transformación constantes, si no fuera así, la evolución se detendría. Nada es estático y cuando nos resistimos a transformar estos valores a los cuales estamos tan apegados, es imposible no entrar en una crisis de conciencia. Incluso los valores que puedan parecernos más elevados, siempre tienen por delante su octava superior que nos señala la próxima meta a alcanzar, lo cual, nos impulsa a ascender en la escala evolutiva espiritual y al movimiento constante. Un objetivo, sea humano o divino, jamás debería perderse de vista, porque precisamente es lo que nos hace avanzar y nos proporciona un sentido a la vida, acentuándose su atracción a medida que nos acercamos a él.
Los ojos de la conciencia se proyectan en lo que observa porque existe atracción y sea al nivel que sea donde la enfoquemos nos estamos proyectando en lo que valoramos, lo observado viene a ser como un espejo que nos revela lo que somos. Así que, cada una de las metas que conseguimos alcanzar forman parte de nosotros mismos. Es esta búsqueda incansable lo que perseguimos durante la existencia dentro del reino humano, dar respuesta a las preguntas trascendentes de, .. ¿Quién Soy?. ¿Cuál es mi origen? Y ¿Cuál mi destino?.
Todos podemos recibir las mismas respuestas frente a estos interrogantes, aunque la interpretación que demos a las mismas estará siempre de acuerdo a nuestros valores y a la capacidad de comprensión interna alcanzada.
Porque las personas en general, no vemos las cosas tal como son, sino, .
!Tal como somos!
Marta Parramon Elies
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