Todo el proceso evolutivo y las infinitas experiencias vividas en cada una de las encarnaciones, nos señalan el Sendero de Perfección.
Por
poco que sepamos sobre la evolución de la humanidad, al observar, no
en detalle, sino en una perspectiva de totalidad, veremos que desde
el ser más primitivo hasta nuestros días, siempre hemos tenido
frente a nosotros una imagen de perfección hacia la cual nos hemos
dirigido, ya sea con fines personales o en etapas más avanzadas
hacia metas más elevadas.
La
causa de este anhelo de llegar a ser lo que no somos y el inacabable
caminar hacia la meta que nos hemos propuesto está arraigada en la
subconsciencia de la entera humanidad, lo cual nos impulsa al
desarrollo evolutivo y a convertirnos en lo que para nosotros es lo
más perfecto y deseado a cada instante y en aquello que creemos que
nos hará felices. Pero, daros cuenta de que esta felicidad la
buscamos en lo externo a nosotros, no en nuestro interior, sin
embargo, esta trayectoria es necesaria, porque es en las relaciones
externas que podemos encontrarnos a nosotros mismos.
Siempre
deberíamos proponernos un objetivo superior, pero no como una meta
final que desde la actual perspectiva visualizamos como la máxima
realización, sino que cada meta fuera una nueva etapa de este camino
cuya perfección no tiene límites. En realidad, la imagen hacia la
cual tenemos puesta la mirada es la proyección de nosotros mismos,
el modelo de perfección cuya meta se va alcanzando y disolviendo a
medida que nos acercamos a ella, y a la vez, van apareciendo en la
lejanía nuevas metas cada vez más trascendentes. La búsqueda de
algo que nos haga ser mejores en sentido humano o espiritual, no es
más que la atracción que ejerce sobre nosotros nuestro Arquetipo
superior, el Ángel solar, de manera que lleguemos a reconocer
nuestra propia esencia divina.
Sabéis
que en las primeras etapas evolutivas la imagen de perfección que
nos forjamos es de orden material y siempre estará de acuerdo a
nuestro estado de consciencia, o sea, que los seres humanos tan solo
somos capaces de imaginar o entender las cosas que están de acuerdo
a nuestra propia vibración. Si lo recordáis, en otra ocasión
dijimos, . “Los
seres humanos no vemos las cosas tal como son, sino, tal como somos,”
porque todo cuanto podamos percibir con nuestros sentidos ha de pasar
por el filtro de nuestra propia consciencia. Así que, no juzguemos,
no critiquemos ni sentenciemos, porque nos estamos viendo y
sentenciando a nosotros mismos. Además, la crítica demuestra una
total falta de amor y comprensión y puede hacer mucho daño a quien
va dirigida. Existen algunos miembros dentro de los grupos religiosos
y esotéricos que tienen todavía una noción muy dogmática y llena
de prejuicios referente a lo que significa ser espiritual y de como
debiera comportarse un discípulo en su vida de relaciones
personales, lo cual, los inclina a criticar a los compañeros que
tienen una visión más libre de prejuicios. Se cree que un ser
avanzado espiritualmente ya no siente la necesidad de demostrar y
compartir su alegría, sus cualidades y tendencias positivas, sin
embargo, por muy avanzado que se esté, mientras no nos hemos
liberado, existe el Deva de la personalidad, que no debemos reprimir
cuando ya se ha convertido en instrumento del Alma.
Cuando
uno es espiritual lo demuestra en todo cuanto hace o dice. Si sois de
tendencia alegres y os agrada compartir vuestros sentimientos
positivos, os aconsejo que no os reprimáis, no por esto dejaréis de
ser espirituales. Os hablo por propia experiencia. Sabéis
que yo pertenezco al grupo de Vicente Beltran Anglada, y que cuando
nos reunimos el grupo nos mantenemos en el estado de consciencia que
corresponde a las circunstancias, viviendo el presente en
profundidad, llevando a cabo el servicio que nos hemos propuesto. Sin
embargo, una vez al mes, al acabar la conferencia grupal que nos da
Vicenç nos vamos a cenar a un restaurante que nos tiene reservado un
local especial para nosotros, y lo primero que hacemos al llegar es
reunirnos unos cuantos (que nos agrada la música y el canto) cerca
de Vicenç y no paramos de cantar a solas, en duo o con el grupo
entero, de conversar alegremente e incluso contando chistes, Vicente
incluido. Las risas, el canto y el ambiente general limpio en todos
los sentidos fomenta una profunda amistad en el sentido más positivo
y en ningún momento hemos dejado de ser quienes somos
espiritualmente. Y todos vosotros sabéis que V.B.A., es un ser muy
evolucionado.
Dejando
esta anécdota al margen, continuamos con el tema.
Poco
a poco, a medida que va surgiendo una nueva comprensión, las metas
aparentemente van cambiando, porque en realidad no existen, tan solo
existe un camino con diferentes etapas y estados de
consciencia.
Queremos
llegar a ser perfectos, parecernos a quien admiramos e incluso ser
mejores que ellos. Se anhela ser más fuerte, más agraciado, más
rico, más inteligente o tener más facultades u otro orden de cosas.
Este estado de consciencia indica egoísmo y ambición. El
individualismo es más fuerte que nunca, especialmente cuando la
mente y el orgullo intelectual que genera nos hace sentir superiores
a los demás.
Pero
llega a un punto en que el ser humano está saciado, aburrido y
cansado de perseguir metas que no le dan la paz ni la felicidad que
anhela y al final lo que tanto ha perseguido tan solo le ha causado
desengaño e insatisfacción. Cuando ha llegado a la cima del
materialismo y ha alcanzado, o no, las metas que ha perseguido, entra
en un estado de frustración y sensación de fracaso. Entonces siente
dentro de sí una total aridez y un gran sentimiento de soledad, se
hunde en un torbellino de dudas y empieza a preguntarse el porqué la
orientación que ha seguido hasta el momento en la vida no lo ha
hecho feliz.
Siempre
ha perseguido la felicidad personal pensando en sí mismo y si la ha
hallado tan solo ha sido de forma temporal. No se ha dado cuenta de
que la mayor felicidad consiste en hacer felices a los demás y no
únicamente a sí mismo y que la Paz y el verdadero Amor no se hallan
en el recibir, sino en el dar, sin esperar reconocimiento alguno.
Aunque también sabemos que toda causa produce sus efectos y que al
igual que un bumerán todo lo bueno y lo malo que hacemos vuelve a
nosotros para compensarnos o para ser trascendido.
Pero
llegado el momento oportuno, cuando estamos sumidos en una profunda
crisis, nos preguntamos, .. ¿Qué sentido tiene la vida?
A
partir de entonces se abre ante nosotros una nueva perspectiva, mucho
más real y amplia, que nos permite comprender en profundidad lo que
significa ser verdaderamente Humanos.
Algo
ha cambiado en nuestro interior que nos permite darnos cuenta de que
no somos distinto a los demás ni somos seres que podemos evolucionar
independientemente de la humanidad. Antes únicamente nos veíamos a
nosotros mismos, pero a partir de entonces nuestra mirada cambia de
orientación impelida por la fuerza interna hacia zonas inexploradas,
descubriendo dentro de nosotros mismos un nuevo arquetipo, una meta
que no es estática ni material, es algo incorpóreo y más intenso
que está despertando en nuestro corazón.
De
una u otra forma todos nos dirigimos hacia nuestro Ángel solar,
nuestro Yo Superior, el mayor y más anhelado objetivo de todo
discípulo. Sin embargo, no podemos realizarnos como tales sin pasar
por las etapas previas que nos han preparado para tan grande
acontecimiento.
La
dualidad entre el ser espiritual que mora en nosotros y la vida
personal materialista, existe desde que el hombre entró en el
sendero evolutivo y en más de una ocasión se enfrentarán en
nuestro interior creando grandes crisis de consciencia. Cuanto más
avanzada sea la etapa que atravesemos, más poder tendremos
internamente como almas, pero también la personalidad habrá
aumentado su poder porque estará plenamente integrada. La fricción
seguirá hasta muy avanzada la evolución cuando hayamos alcanzado el
Arquetipo superior espiritual que hemos estado persiguiendo dentro de
nuestro propio ser sin ser conscientes de ello.
Llegados
a cierta etapa avanzada se presentará ante nosotros un doble sendero
y entonces tendremos que escoger entre uno u otro de los dos caminos.
Uno de ellos nos conduce a la oscuridad de la materia en la cual
estuvimos sumergidos en el pasado y a la vida del ser humano común.
El otro nos abre las puertas de la iniciación a un estado de
perfección que nos acerca a nuestro Primer y Único Maestro, el que
nos ha estado atrayendo hacia Sí con Su potente magnetismo e
irradiación y ha sido la causa de nuestra constante búsqueda.
En
esta encrucijada, se trata de Ser o No Ser.
Depende
de nosotros y de nadie más la decisión que tomemos.
Si
se nos presenta esta prueba es porque estamos preparados para
superarla y dar el paso definitivo hacia la Luz, demostrando que
merecemos la confianza del Maestro y estamos preparados para
contribuir a crear los valores superiores que han de regir la nueva
era.
Si
nos sentimos atraídos hacia el servicio altruista, el amor y la
compasión hacia los demás, significa que estamos guiados por el
Alma, se nos está dando una oportunidad que comporta una gran
responsabilidad, pues la energía que nos transmite la enseñanza
dada por un Maestro es Fuego purificador que remueve las
consciencias, trastocando las vidas de quienes responden a ellas. No
es suficiente con haber estudiado, los estudios por si solos no nos
abren la consciencia, a no ser que despierten en nuestro interior la
comprensión y el verdadero significado de lo que se oculta tras
ellos. Toda comprensión adquirida debería ser compartida con el
grupo y con la humanidad que esté buscando respuestas internas a sus
interrogantes.
La
energía, sea cual sea la forma en que se manifieste en nuestra
consciencia, jamás debería ser retenida, porque entonces es cuando
surge fricción y las crisis son inevitables. La evolución es
movimiento constante y nosotros no podemos ir contra corriente ni
detenerla sin ser perjudicados.
El
Maestro interno y nuestra propia Alma nos está pidiendo que amemos
desinteresadamente, que nos entreguemos al servicio y expandamos por
el mundo la Sabiduría, la Luz y el Amor que nace de la comprensión
de Sus enseñanzas. El mundo lo necesita en estos momentos de grandes
crisis y en todos los niveles, y los grupos no podemos
desentendernos.
Leed
si os apetece los 2 libros del Maestro Tibetano escritos por Alice
Bailey... "El Discipulado en la Nueva Era". Os orientará
en el Servicio.
No
digáis que mañana o cuando haya solucionado mis problemas empezaré
a servir, porque el mañana no existe. Mañana tendréis los mismos
problemas que hoy y seguiréis diciendo... mañana lo haré... y así
no lo haréis nunca.
Esta
no es la actitud que el Alma espera de nosotros. Si queréis podéis
empezar ahora mismo a servir y os daréis cuenta de que estáis
capacitados para hacerlo.
Marta
Parramon Elies
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