Traducción
del
Catalán al Español publicado en audio en este bloc. 7/10/2015
Reunión
grupal en la Asociación de Amigos de la India de Barcelona,
Catalunya
(España)
2000.
Todo
cuando esté compuesto de materia lleva implícito el Karma.
Quizás
más de una vez nos hemos preguntado si ciertas relaciones personales
o circunstancias acaecidas en nuestras vidas son efecto del karma. Si
tenemos presente que toda acción produce una reacción, o dicho de
otra forma, que toda causa produce unos efectos, es más que evidente
que la evolución
en general, es kármica. Durante
la era de Piscis el karma solia presentarse más espaciado porque
la evolución de
la consciencia bajo
un signo de Agua (o
emocional)
acostumbra
a ser más
lenta, lo
contrario ocurre con un signo mental cuya energía impulsa al
dinamismo y la acción tal como ocurre actualmente
con las nuevas energías entrantes. Acuario
es un
signo de Aire que
no permite el estancamiento y nos obliga a movernos
y a
la regeneración constante. Los
efectos de las causas que generamos
son prácticamente inmediatos, de los
cuales seremos
cada vez más conscientes, viéndonos obligados a replantearnos la
forma de ser y
de actuar en
lo esencial. De
ahí que las pruebas y lecciones que hay que aprender en
esta etapa actual que estamos viviendo
son constantes, creando
este
caos y
gran
desorden mundial. El desconcierto es general, porque la gran mayoría
de seres humanos no recordamos
el pasado ni relacionamos
lo ocurrido con nuestras
actitudes
o formas de ser y de vivir de
esta
u otras encarnaciones
y
al
no recordar sus causas nos creeremos víctimas inocentes
de una injusticia, o por
el contrario
favorecidos por un premio inmerecido caído
del cielo.
La
atracción que sentimos hacia la materia es lo que nos impulsa a
reencarnar una vida tras otra, es por esta razón que la Ley de
Renacimiento y la Ley del Karma no pueden separarse donde existe la
evolución
de las formas. Aunque
no nos demos cuenta de forma inmediata, a
cada instante estamos generando karma (bueno o malo) con nuestra
actitud, deseos
y pensamientos. Y
hay algo en lo que no acostumbramos a tener en cuenta y
es
que no creamos karma únicamente por lo que hacemos, sino también
por lo que deberíamos hacer y no hacemos.
A
esta reflexión le podemos añadir la Ley de Reproducción, ya no
únicamente del reino humano, sino también del reino
vegetal
y el animal, porque todo ser viviente se reproduce a sí mismo en sus
propias obras y la
mayor y principal de ellas es en
su
descendencia, y esta Ley está íntimamente relacionada con el Karma.
Podríamos interpretarlo psicológica y esotéricamente, de manera
que concebir sea la manera de no extinguirse, de perpetuar la especie
y prolongar la propia vida en otras formas, aunque con distintos
cuerpos y personalidades.
Seguramente
estaréis
pensando que cada ser humano nacido, es un alma individualizada y lo
que hereda de sus padres no es la consciencia, pues cada cual es un
individuo que evoluciona independientemente.
Si
meditáis sobre la cuestión veréis que existe un gran misterio
sobre la reproducción que todavía no se ha revelado
abiertamente.
Por
una parte, aunque únicamente lo sepamos por los estudios adquiridos,
sabemos que el Alma es Una, que se divide y subdivide en infinidad de
Chispas Divinas utilizando en el reino humano una enorme cantidad de
personalidades y en todos los estados de consciencia posibles.
Entonces, si lo observamos desde este ángulo, es comprensible
suponer que nos perpetuamos de una manera más íntima (quizás por
línea de rayo y
con nuestro grupo egoico)
en cada alma que traemos al mundo, pues en realidad formamos parte de
la misma Alma Una, al igual que el resto de la humanidad. Cada
reino de la Naturaleza es surgido de una poderosa Entidad a la que le
damos el nombre del Reino y por muy individualizados que estemos los
seres humanos, compartimos
el mismo
proceso evolutivo. Esto significa que todo cuanto viva y experimente
un
ser humano, es
absorbido
por esta Entidad, contribuyendo de esta forma a la evolución del
conjunto, porque
todos
los seres sin distinción estamos unidos interna y
kármicamente.
¿Acaso
no existe un Principio y que todos hemos surgido de el,
que somos hijos de los hijos que se han reproducido desde el
principio de los tiempos? ¿No somos acaso hermanos de sangre y de
Espíritu?
La
humanidad somos seres individualizados, siéndonos
permitido hasta
cierto punto tener un libre albedrío, y es por esta causa y esta
libertad que se nos da que podamos decidir como andar el
camino
más
o menos libremente
y
crear
karma
sin cesar.
El
desarrollo de la mente pide libertad. Libertad de vivir
y de
pensar
por nosotros mismos, pero
para ello es
preciso ser
muy responsables, pues la libertad y la responsabilidad siempre
deberían ir de la mano. Aunque
también necesitamos la libertad de
equivocarnos y de
aprender.
Es
precisamente por los efectos de las causas que generamos que podemos
desarrollar la consciencia y es así como a costa de cometer muchos
errores aprendemos
a no transgredir las Leyes divinas y
nos liberamos de
las
ataduras de este mundo.
Sabiendo
que a cada instante estamos produciendo causas que generan efectos,
tendríamos que
ser conscientes de
la gran
responsabilidad que tenemos para con el mundo, porque sabemos que
aquellos
pensamientos
que surgen
de nosotros mismos
están
penetrando en el inconsciente colectivo del
cual
nos abastecemos la
gran mayoría de
seres
humanos y
tarde
o temprano se van
a manifestar
como hechos concretos. Y
aunque
nuestras
malas
obras nos parezcan insignificantes, cuando se juntan con las del
resto de la
humanidad,
se
crea una forma psíquica con un enorme poder, y al igual que si
fuera una
negra nube,
cuando
llega
a la máxima presión, estalla,
descargando
sobre el planeta con toda su furia en
forma de guerras y destrucción y
muchos otros males,
y lo
triste es que nosotros
seguimos sin comprender el porqué ha ocurrido.
De igual forma sabemos que existen muchos grupos esotéricos y espirituales dedicados a servir, que están creando formas mentales positivas y deberían contrarrestar lo negativo contribuyendo a destruir estas formas psíquicas nefastas creados desde el principio de los tiempos.
Si habéis leído al Maestro Tibetano, sabréis que existen Grupos dentro de los Ashramas de la Jerarquía guiados por un Maestro cuya misión consiste en crear formas mentales positivas para destruir a estas poderosas entidades o egregores. Quienes se dedican a tal destrucción utilizan la Fuerza del Primer Rayo. Su trabajo es arduo y nada fácil, porque las entidades que deben ser destruidas no son tan solo formas psíquicas creadas en nuestra era sino que las más poderosas provienen de la raza Lemur y que como bien sabemos se basan en el desenfreno del instinto animal. Aunque quizás son aún más poderosas las provenientes de la raza Atlante, con todo cuanto significa en lo referente a la satisfacción astral y el deseo desenfrenado en todos los sectores del vivir humano. La gran mayoría de la humanidad, actualmente todavía posee consciencia Atlante, no es un decir, nada más hay que observarnos a nosotros mismos y al resto del mundo y nos serán evidentes los valores que predominan.
Las
Fuerzas
oscuras tienen más
poder
sobre la materia que
las Fuerzas de la Luz. De
ahí que la evolución espiritual sea tan lenta y cueste tanto
deshacerse de los valores estrictamente materiales, porque
aunque muchas de estas formas mentales sean destruidas, la humanidad
las sigue alimentando y creando de nuevas constantemente.
Los
Maestros y Sus servidores están aquí para rescatar a la humanidad
de su prisión. Contribuyamos
a liberar al mundo y no les hagamos más difícil Su
ardua tarea.
A
veces debemos repetir lo mismo para no olvidar que deberíamos
ser
plenamente conscientes de que no
somos seres aislados, que
formamos parte de un Cuerpo
Mayor
que es la Humanidad, lo cual significa que todo karma que generemos
individualmente repercutirá en el resto.
Cuando
hablamos del karma no podemos ignorar que la evolución se desarrolla
en el tiempo y
en
todo cuanto atañe a la materia.
Pues todo efecto es producto de una causa que se generó tiempo
atrás, lejano o cercano. Es por esta razón que la humanidad vivimos
teniendo que afrontar constantemente nuestro pasado, que no es más
que las consecuencias de nuestros actos.
Aunque
sabemos que lo único real es el presente
y que el tiempo
en las dimensiones superiores no existe tal como lo entendemos
físicamente; sin embargo, nuestra mente concreta precisa
fraccionarlo para poder entender el significado de lo que
experimentamos en otros niveles de consciencia.
Hablar
sobre el karma nos lleva a plantearnos muchos interrogantes, uno de
ellos podría ser; si
existe
el libre albedrío y
si
tiene
relación con el karma. Este
puede ser un tema para el próximo encuentro.
Marta
Parramon
Elies
Comentarios
A
menudo vivimos pensando que somos víctimas de un destino
orquestado
desde
no sabemos muy bien donde... Pero con tus palabras nos haces
descubrir que nuestro destino está formado por nuestro karma,
mientras estemos condicionados en nuestra vida por la materia, y que
este karma lo hemos creado y lo estamos creando con cada una de
nuestras acciones, pensamientos y emociones. Somos, por lo tanto, en
gran parte, los responsables de nuestro karma y de nuestro
destino.
Así
pues, si queremos descubrir nuestro futuro, solo debemos estar muy
atentos a nuestro presente.
Gracias
por tus palabras. Es un tema muy sugerente.
Un
abrazo,
Respuesta
No
podríamos desarrollar la consciencia si no fuera por las
experiencias que vivimos en cada encarnación. Consciencia y karma
están tan estrechamente unidos que una es consecuencia de la otra.
Liberar el karma es liberar la consciencia.
Una
vida tras otra repetimos sin cesar las mismas experiencias, aunque en
distintos escenarios y niveles de consciencia, impulsándonos a
manifestar lo que somos y señalando lo que podemos llegar a ser.
Si
no fuera porque retenido en los átomos permanentes existe la memoria
de lo vivido en el pasado, no existiría la evolución de la
consciencia, ni tampoco evolucionarían los Elementales
constructores, ya que ellos basan su evolución en la construcción y
nivel vibratorio que emiten dichos átomos y si no existiera
vibración alguna tampoco tendría razón de existir los átomos
permanentes.
Si
reflexionamos sobre este pensamiento nos daremos cuenta de que sin
consciencia no existiría movimiento ni karma y si no existe
movimiento es imposible la evolución.
Los
átomos permanentes son los recipientes del karma, que no es más que
la memoria de las experiencias vividas en el pasado. Esta memoria o
dicho de otra forma, este karma somos nosotros mismos, o
sea, nuestra consciencia.
Todo
cuanto somos es debido a una sucesión de causas y efectos, tanto si
nos referimos a un individuo como a una civilización. La redención
de la materia produce la liberación del karma, pues a medida que
avanzamos la atracción se invierte y en vez de sentirnos atraídos
hacia "abajo" nos sentimos atraídos hacia
"arriba".
Gracias
por tu excelente reflexión.
Marta Parramon Elies