Un llamado al Servicio !

Los dos libros del Maestro Tibetano "El Discipulado en la Nueva Era" editados hace unos 70 años contienen cartas e instrucciones dirigidas a Sus discípulos poniendo el énfasis sobre la necesidad del servicio y la integración grupal. 

Entonces eran tiempos de postguerra y de gran depresión mundial. 
También hace mención sobre las dificultades del discípulo en probación, la causa del fracaso de muchos de ellos y la falta de valor y reticencia a comprometerse. Tened en cuenta que un discípulo en probación está en puertas de recibir la 2ª Iniciación y las pruebas a que es sometido comportan principalmente el olvido de si mismo y el control de sus tendencias y deseos  de orden emocional.
Existen diversas causas por las que un discípulo en probación puede fracasar siendo en gran parte debidas a la falta de amor hacia la humanidad y al miedo a ir contra corriente de la sociedad que le ha tocado vivir.  

Es necesario tener valor para llegar a tomar una decisión espiritual como la propuesta y comprometerse. Si se compromete será necesario adaptar la vida cotidiana y de relaciones a las necesidades del momento y al servicio del género humano. Pero teniendo presente que este compromiso no será para un tiempo limitado o pasajero sinó que será permanente. 

Hay que perder el miedo para poder demostrar a quienes nos rodean que los problemas mundiales son más importantes que los asuntos de nuestras vidas individuales y las relaciones particulares que hemos establecido y para no utilizar excusas de cualquier tipo que hasta el momento nos sirvieron para evadirnos del esfuerzo que actualmente demanda la Jerarquía. Con esta actitud no significa que tengamos que desentendernos de nuestras obligaciones familiares, de lo que se trata es de un cambio interno en nuestros valores, que  inevitablemente producirá cambios en nuestra forma de ser y de vivir.

Es necesario tener coraje para hacer sacrificios y negarse a realizar actividades innecesarias, debemos separar lo útil de lo inútil en el pensar, en el desear y el hablar. Es preciso hacer un recuento de nuestros valores para conocernos bien a nosotros mismos a fin de simplificar y sintetizar al máximo  nuestra vida. Debemos cuidar nuestro cuerpo físico pero dándole lo que necesita, no lo que nos pide y que nosotros mismos lo hemos acostumbrado. Esta misma actitud  deberíamos aplicarla a los demás cuerpos y tendencias adquiridas hasta el momento.  

Las tensiones propias de la época que nos ha tocado vivir y el nerviosismo que conllevan, nos han llevado a vivir una vida irregular faltada de equilibrio y ritmo y esto es común a la gran mayoría de la humanidad.

Hay que ser valientes y tener valor para encarar la vida en bien de los demás dejando al margen aquello que más anhelamos cuando la emergencia y la necesidad del mundo son tan enormes.

Los discípulos en probación deben saber lo que significa ser  un discipulo consagrado al servicio y captar con mayor claridad que la determinación de actuar como servidores produce el reenfoque de todas las fuerzas de la personalidad y del alma al unísono, pues todo cambio en lo interno produce necesariamente cambios en el carácter, en nuestras relaciones y en nuestro entorno. 

Este cambio de perspectiva en nuestros valores siempre trae sus propias dificultades porqué frecuentemente el discípulo se da cuenta de las limitaciones de su propia naturaleza y esta actitud indica demasiada atención en si mismo. 

Lo más seguro es que tendrá que afrontar pruebas kármicas individuales, sociales y mundiales que pondrán a prueba su capacidad de persistir en el esfuerzo. 

Si lo acepta también deberá afrontar las propias limitaciones físicas o de otra índole que le pueden parecer excesivas. Ve tan enorme este esfuerzo  que a veces se niega a colaborar por temor al fracaso. 

Encuentra fácilmente excusas para no prestar servicio o para hacerlo únicamente de forma parcial, las más comunes son la mala salud, la falta de tiempo, las obligaciones del hogar, la edad o la creencia de que esta vida es la preparación para un servicio más pleno en la próxima.Todo esto son excusas que adopta para no dar respuesta de ayuda ni total dedicación a la necesidad humana, pues le resulta más fácil encontrar justificaciones, algunas de las cuales se fundan en la creencia de que los requerimientos del Maestro y el servicio que le demanda son irrazonables.

El Maestro Tibetano durante muchos años ha tratado de concienciar a los grupos de discípulos de la urgencia del momento, de manera que estuvieran preparados y por su intermedio pudieran despertar a miles de personas. Actualmente empiezan a verse los frutos de este arduo esfuerzo, sin embargo todavía no es suficiente, es preciso hacer un acopio de valor y asumir esta gran responsabilidad que nos propone el Maestro. 

Ser discípulos comporta sacrificio y renuncia personal, sin embargo cuando el Alma empieza a utilizar sus vehículos cambian las prioridades y la consciencia grupal y el servicio es nuestro mayor objetivo. 
El discípulo debe aceptarse a sí mismo tal cual es en cualquier momento dado, con el equipo y circunstancias que su vida kármica le ha ofrecido, entonces deberá subordinarse a si mismo, a sus asuntos, a su tiempo y a las necesidades del momento, especialmente durante una crisis grupal, nacional o mundial como ocurre en la actualidad. 

Cuando el discípulo lleve a cabo esto en su consciencia y piense por lo tanto de acuerdo a los verdaderos valores, descubrirá que se solucionan sus propios problemas, se acrecentarán sus capacidades en sentido espiritual y se olvidará de sus limitaciones personales.

Hasta que no haya pasado por esta experiencia le será imposible establecer una relación con el Ashrama del Maestro.
Actualmente los miembros del nuevo grupo de servidores del mundo están muy activos, van en aumento y responden al llamado del Alma, sintiendo el "tirón" hacia la vida de Servicio y poniendo todo su esfuerzo para aliviar a la humanidad de su pesada carga. 

Marta Parramon Elies